El llamado detector de mentiras, máquina de la verdad o polígrafo es un tipo particular de instrumento de medición utilizado para el registro de respuestas fisiológicas. Generalmente registra las variaciones de la presión arterial, el ritmo cardíaco, la frecuencia respiratoria, estímulos nerviosos y la respuesta galvánica o conductancia de la piel, que se generan ante determinadas preguntas que se realizan al sujeto sometido a la prueba.
Fue inventado hacia 1930 por Leonard Keeler, un inspector de policía de Chicago, inspirándose para ello en un sencillo mecanismo que otro policía norteamericano de una pequeña ciudad del Medio Oeste había inventado a su vez para amedrentar en los interrogatorios a los sospechosos.
Este primitivo mecanismo consistía en un cajón coronado por dos bombillas, una verde y otra roja, instalado en su escritorio. A cada respuesta del interrogado, el policía pulsaba un botón disimulado bajo la mesa que hacía encenderse una de las dos luces según la respuesta le pareciese verdadera o falsa. Keeler adaptó esa idea y diseñó un mecanismo que determinase, con el menor margen de error que fuera posible, cuándo un interrogado decía la verdad.
El aparato que finalmente patentó combinaba tres instrumentos médicos: un cardiógrafo (que registra las pulsaciones y la presión sanguínea), un pneumógrafo (que registra el ritmo respiratorio) y un galvanómetro (que mide la resistencia eléctrica de la piel). A ello añadió varios sensores, un amplificador y un mecanismo que movía una aguja entintada, mediante el que reproducir gráficamente las diversas variables y permitir así su análisis posterior.
martes, 12 de julio de 2016
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