HISTORIA DEL BIBERÓN
El uso del biberón es muy antigüo, pero no estaba muy generalizado.Esto se debía a que la lactancia materna, o mediante nodrizas o amas de cría, gozó siempre de gran predicamento.
El historiador alemán Karl Fuengling, de Colonia, tenía una colección de biberones
entre cuyas piezas más valiosas entre sus más de mil anaqueles, mostraba con orgullo un biberón con más de tres mil años de antigüedad.
El biberón es pues, muy antiguo. En la Roma clásica existieron pequeños recipientes o vasijas con dos orificios, en cuyo interior se contenía la porción de leche que el lactante consumía en un día.
Como la lactancia materna terminaba tarde, también el uso del biberón se prolongaba durante más tiempo de lo que hoy nos parece normal. Algunos se resistían a dejarlo, y eran por ello llamados «mamotretos», cuya etimología es claramente la de «apegados al pecho, o colgados a la teta». Los niños a los que se destetaba tarde recibían ese nombre, y a menudo, para consolarles del pecho
perdido, se les ponía en la boca una tetina de ubre de vaca desecada llamada «mamadera», o un chupete.
En la Edad Media se utilizaron unos vasitos de barro que colgaban del cuello del
lactante, y en cuyo interior había una cantidad de leche con licor de azúcar. Se
conservan algunos ejemplares curiosos de este artilugio, procedentes del siglo XIV,
en forma de barrilitos con dos asas por las que pasaba un cordón.
Los biberones antiguos tenían, en algunas partes del Mediterráneo, la forma de un
botijito de orificios muy estrechos. Parece que tanto el botijo como el biberón
tuvieron un origen similar.
Hasta el siglo XVIII, el biberón o tetina estaba formado por una tira de tela de
algodón enrollada, uno de cuyos extremos se mojaba o empapaba en la leche
contenida en el interior de un recipiente, mientras el otro extremo, que el bebé se
llevaba a la boca y succionaba, asomaba al exterior por otro orificio muy angosto.
A mediados del siglo XVI, Enrique II de Francia dio un impulso importante al
biberón. Creó la fábrica de Saint Porchaire, donde se fabricaron biberones que
alcanzaron la consideración de obras de arte. Eran ejemplares de cerámica o de
porcelana finísima, decorados con todo tipo de filigranas y lindezas. En el Louvre se
conserva un precioso biberón llamado «de Enrique II».
En tiempos de Miguel de Cervantes, en los siglos XVI y XVII, había en Castilla
biberones de esponja, y también de cuero remojado. Pero el más eficaz estaba
todavía hecho con ubre de vaca. El biberón de goma, así como el chupete, no
empezarían a utilizarse hasta el siglo pasado.
Un sistema de lactancia muy popular fue la botella de cristal con pezón de goma;
también los llamados modelo Darbot, que adaptaban al cuello de cualquier vaso un
tapón de madera de boj atravesado por un canal en espiral, en cuya parte superior
había un tubito de marfil que se coronaba con un pezón de corcho.
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