Los sibaritas (es decir, los habitantes de la ciudad grecorromana de Sibaris, situada en territorio italiano de la región conocida como Magna Grecia) eran famosos en todo el orbe antiguo por su buen vivir, como refleja el hecho de que su gentilicio haya dado lugar a un adjetivo que califica a las personas que se preocupan por llenar de placeres su vida.
Militarmente,
los
sibaritas también fueron famosos por su habilidad para la doma y monta
de
caballos. Según algunos relatos legendarios, era costumbre de su
caballería el
tratar de minar la moral de los enemigos entrando en combate en
maravillosa y espectacular conjunción, desplazándose todos los caballos
al unísono y al ritmo de músicas especialmente compuestas para ello.
Cuando, hacia el año 510 a. de C., los
sibaritas atacaron Crotona, ciudad situada a 112 kilómetros al sur de la propia
Sibaris, en Italia, sobre el golfo de Tarento, los astutos hombres de Crotona
comenzaron a interpretar con sus flautas unos sones de baile que crearon una
irremediable confusión entre los caballos sibaritas entrenados para bailar.
Consecuentemente, el ataque de su caballería quedó totalmente desbaratado y el
ejército de los sibaritas fue prácticamente aniquilado, quedando la ciudad de
Sibaris a merced del contraataque del ejército de Crotona, que la destruyó
totalmente.
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